18 de diciembre de 2014

A fuego y sin escudo por la vida

Descripción: Acción y efecto de describir

Muchas veces te preguntan como te definirías a ti mismo. Y a mi siempre se me hace un mundo. Siempre voy buscando lo que otros dirían de mi porque soy incapaz de decir algo de mi sin pasar un filtro. Ser visto por los ojos de otros nos ayuda a saber como somos, pero esos otros ojos no saben todo lo que hay dentro de nosotros. Hay personas que saben filtrar mejor que otras lo que somos, o lo que mostramos, que no tiene por que ser siempre lo mismo. Hay ojos que van unidos al corazón y saben descifrar mejor lo que tu ser esconde. Esos ojos siempre acaban siendo amigos que lo saben todo. O por lo menos todo lo que eres capaz de mostrar. 

Hay veces que ciertas descripciones de ti misma te resultan extrañas. Piensas que si de verdad eres así, o que si de verdad muestras esa imagen. Todos pensamos que somos buenas personas. Que simplemente el malo es el otro. Para mi, no hay nadie malo en ese sentido. No es que una persona sea mala, o que haga cosas por maldad, simplemente en ese momento piensa que es lo que debía hacer. Cuando te llevas mal con alguien, tu siempre piensas que te has comportado como debías, tirando de tu moralidad y de tus valores, de tus prioridades. Pero estoy segura que la otra persona pensará lo mismo. Así que ¿quién ha fallado o quien es malo realmente? Simplemente depende desde donde lo mires, o como lo mires. Por eso no debería sorprendernos tanto la imagen que alguien pueda tener de nosotros.

El fin de semana del puente fue especial. Recibí la visita de alguien que me ha cogido el corazón y no me lo quiere soltar. Ni yo quiero que lo haga. Las horas pasaron volando, se nos hizo de noche juntos y durante ese tiempo hablamos de todo y de nada. Él me dijo que yo era como el fuego y que eso le encantaba. Que le parecía una persona pasional en la forma de querer, de sufrir, de hablar y de hacer frente a la vida. Que en mi había encontrado una persona sensible, que no sensibilera, que vivía intensamente todo, lo bueno y lo malo, que sufría por todo, pero que también sonreía por todo, aunque habitualmente no pueda ver esa sonrisa. No entendía como alguien tan joven (él, traumatizado por sus 20todos) podía ser capaz de escuchar y de que me escuchasen con tanta atención, de hipnotizarlo con cada palabra y de que se quedase con ganas de más cada vez que mi boca se cerraba. O que dejaba de teclear. Me aseguró que no entendía como podía ir por la vida sin escudo, abierta a todo el mundo, y a todas las sensaciones que la vida te puede dar. Me repitió que era puro fuego, y que por eso sentía que me había quemado en la vida, que me habían fallado y que entonces me habían perdido. Y me juró y perjuró que quizá algún día me perdería por circunstancias de la vida, pero me prometió que jamás me fallaría, porque según él fallarle a una persona  así era pecar. 

Esta descripción me gustó. Porque creó que tiene razón en bastantes cosas, aunque no en todas. Por supuesto que no me considero alguien excepcional. No voy de Walt Whitman por la vida, haciendo de gurú espiritual o de kosmos. Pero lo que más me gustó fue que no tuvo problema en decirme lo malo, que por supuesto mis actitudes pueden tener, el sufrimiento que me puede traer ir por la vida, como dijo él, sin escudo. Pero es que si hubiese puesto mi escudo, me hubiera perdido algo tan maravilloso como él. Y, personalmente, prefiero vivir y caer, que sobrevivir arriba sin sentir. 



Desde Pinterest

"It's not true that you fall in love once in your life. But it is true that you only fall in love a certain way, with a certain absoluteness, once." 
- David Gilmour-


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