1 de septiembre de 2016

Otra vez a lo lejos

Quizá solo escogiste el camino equivocado

Te lo dije. No me gusta separarme de ti. Porque lo que te hacía especial era que si tenía un mal día te llamaba y se me pasaba el mal día con nuestro café. Pero si estás lejos y encima mi mal día es contigo, me hundo un poquito más en la miseria. 

Y es que me canso de ser fuerte. Alguna vez me he preguntado si esto estaba pasando porque apareciste en el momento que yo lo necesitaba. A ti o a cualquier otro que quisiera quererme y que estuviera dispuesto a mimarme aquí al lado. Que estaba cansada de los trenes, los autobuses y las llamadas de teléfono. Y contigo me olvidé de todo eso. No se si me molesta que me mientas por el hecho en sí, o porque me importa que me puedas mentir en otras cosas. O quizá porque si que quería verte esos tres días que me prometiste y no me explicaste. 

Que ya no puedo más. Que te quiero pero no te quiero. Que tengo miedo y no estoy preparada para querer así otra vez. Que me quedé tan rota antes de ti que tu solo pusiste parches. Y ahora me he caído con todo. Con lo viejo y con lo nuevo, que me has hundido sin quererlo porque eras mi salvación. Esa a la que me agarré con desespero y con miedo a que no saliéramos a flote. Y que una vez que me permití sentir, a pesar de pensar que lo hacía poco a poco con barreras era todo mentira. Lo hice como siempre, lanzándome al vacío. Y es que no tengo remedio, y aunque lo intenté tu no fuiste mi medicina. 

Que no puedo volver a verte y me muero por otro café a tu vera. Que quiero llorar por ti y que seas tu el que me seque las lágrimas. Pero no. Voy a dejar de ser fuerte. 
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