9 de marzo de 2017

I hate goodbyes...

Now there it is in the window
It's about time, damn time

There's a neon light at the end of the tunnel
Blake Shelton - Neon light


Las despedidas nunca son fáciles. Siempre es un ir, volver, un pensar si está bien o está mal. Si debes seguir o debes abandonar. Hay despedidas voluntarias y otras a las que nunca te querrías enfrentar. Hay algunas que llevas deseando mucho tiempo y otras que, hasta que te lo planteas, jamás habían pasado por tu mente. La despedida es un cambio, es abandonar algo y dejar la puerta abierta a retomarlo, o no, y poner un candado a todo lo que has vivido allí, o con esa persona, o en ese lugar. Se quedan encerrados recuerdos, personas, alegrías y también penas. Dejas, sin lugar a duda, una parte de tí ahí, abandonado para coger fuerza y construir nuevos recuerdos en otro lugar o con otra persona, o vivir con el recuerdo de los que se fueron sin merecerlo.
Y efectivamente, esto es un adiós a esta ventana que abrí para gritar al mundo. No es que se me hayan terminado las cosas que gritar. Es sólo que prefiero decirlas en otro lugar, con otra gente. Que esto ha sido mi desahogo y fue con el sentido con el que nació, no para convertirse en una obligación. Mientras la ventana ha estado abierta he gritado y me he despedido de otras personas. Algunas porque sin merecerlo se fueron para siempre, otras porque la vida nos empujó a despedirnos, pero sigo pensando que un reencuentro es posible. Y además feliz. Y otras porque sin darme cuenta se acabo el amor que, aunque no lo quisé reconocer, si que estaba. Y me dio miedo seguir a su vera tanto tiempo después. Pero también hay llegadas, y este año se presenta muy grande, a pesar de llevar poco mas de 50 días. Queda una entrada, porque siempre he tenido momentos de inspiración y se han quedado almacenadas para ir publicándose cada jueves, sin fallar en los más de dos años que lleva abierto este blog. Me ayudó a superar mi enfermedad, a explicar que es para mi es el amor, lo que es querer, sentir y no saber que son los sentimientos que te abrazan en cada momento. Me ayudó a gritar por las injusticias, por la esperanza en los niños a los que quería, cuidaba y educaba y que fueron mis fieles compañeros durante 7 años. Me ayudó a escribir a la amistad y a las mejores de las aventuras. Y queda un solo post, para celebrar que sigo envejeciendo, viviendo y además rodeada de personas maravillosas y de sueños interminables. La última publicación saldrá a mitad de abril. Y entonces se quedará escrito, testigo de lo que me sirvió este lugar...
Gracias por haber escuchado mis gritos, y gracias por no darme un ventanazo, por no quejaros en el patio de luces de lo pesadita que me ponía a veces. Es una despedida, pero no un adios infinito y eterno. Volverá, sé que volveré. No aquí, pero lo haré. 
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